El sol me despierta por la mañana, miro el reloj y aun es muy temprano así que supongo que me tendré que quedar dando vueltas por la cama ya que no puedo conciliar el sueño.
Hoy ya es Domingo y eso supone que mamá habrá hecho sus famosas tortitas con extra de chocolate para mi hermano y para mi. Ella papá no, están a dieta. O eso según ellos.
Después de un buen rato en la cama decido ir a la cocina, papá, mamá y Jean ya estaban desayunando. ¿Por qué no me habrán llamado? Mientras desayunábamos, papá me decía que por qué no iba a pescar con él. La verdad, no me apetece. Y la otra opción es ir con mamá a la biblioteca. Es que ahora quiere ser bibliotecaria, dice que así se hace amigos.
Al final me fui con mamá, no tengo nada que perder. Me gusta leer así que aprovechare y buscaré algún libro interesante.
Cuando llegamos mamá fue directa al mostrador con su currículum y yo mientras tanto me estuve paseando por aquella gigantesca biblioteca. La verdad es que me gusto mucho. Estaba decorada como un antiguo castillo gótico. Era de lo más ideal por así decirlo.
Encontré una sección de libros antiguos y me entró la curiosidad. Cogí unos pocos y me dirigí hacia una de las mesas de una esquina retirada de la biblioteca.
¡Dios mio! Mis ojos vieron lo más bellos que no habían visto jamás. Era un chico asombrosamente increíble. Tenia un pelo negro azabache precioso y un perfil más perfecto aún. Llevaba una chaqueta de cuero negra, botas de motero y camiseta negra ceñida que hacia que se le marcaran hasta los más soñados músculos que ningún chico que había conocido antes podría tener.
Él estaba hablando con una chica rubia un poco siniestra, parecían pelearse. Él empezó ha agitar las manos bruscamente y ella lo agarró por el cuello como si ahogarlo quisiese. Yo me asuste y tiré sin querer los libro que llevaba en la mano al suelo, ellos se sobresaltaron sobretodo el chico. Me estaba mirando de una forma muy peculiar y penetrante, yo me empecé a ruborizar. La chica le soltó le dijo unas palabras al oído y se largo deprisa. Él se quedo de piedra mirándome y yo sin saber que hacer le pregunté:
-¿Estás bien?-Dije con tono de preocupación.
-Umm... no sabría que decir, me has dejado de piedra.
-¿Perdona?
-Debo marchar.-Y tal como lo dijo se levantó del sillón y tocándose el lóbulo de la oreja se gira hacia a mi.- Olvida lo ocurrido.
¿Que olvide lo ocurrido? ¡Ni en sueños! Creo que he encontrado al hombre de mi vida y aun así no tengo ni pajolera idea de quien leches era esa tía ni porque intentó ahogarle. De todos modos, no puedo parar de pensar en él. Ni siquiera sé su nombre.
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